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VALLE HERMOSO
Es una localidad situada en el departamento Punilla, provincia de Córdoba, Argentina.
Se encuentra situada a 75 km de la ciudad de Córdoba por la RN 38.
La principal actividad económica es el turismo, debido a sus balnearios y ríos de aguas cristalinas, que atraen a los turistas. Se encuentra unida ediliciamente a las localidades de La Falda y Huerta Grande, con las que forma un solo aglomerado urbano: La Falda - Huerta Grande - Valle Hermoso.
La fiesta patronal es el 13 de junio.
Historia
La historia en Valle Hermoso se remonta a la época de la conquista española, cuando alrededor del año 1573 el capitán Hernán Mejía de Mirabal realizó una de las primeras expediciones al hoy denominado Valle de Punilla.
Por esas épocas, las tierras de la actual población fueron adjudicadas al capitán Tristán de Tejeda, quien inicia la construcción de una estancia, que hacia 1650 pasó a llamarse "San Antonio de la Punilla".
La estancia fue heredada por don Francisco Roque de Zevallos de su mujer Rosa Manuela Garay en 1736, quien lo había desposado en segundas nupcias. Al fallecer la primera, éste desposará a la castellana Margarita Ferreyra Abad, de quien tuvo a Juan Antonio de Zevallos y otros hijos.
La capilla de San Antonio
Cuando en 1802, el capitán Juan Antonio de Zevallos, casado en primeras nupcias con Mariana de Quinteros, redacta su testamento, afirmaba:
"Si muriese en mi hacienda de campo, estancia de San Antonio de la Punilla, que sea enterrado en la capilla del señor San Antonio, que acabo de construir a mis expensas"
Como ese testamento estaba fechado en 1802 y fue inscripto en 1805, resultaría que la capilla de San Antonio fue fundada entre ambas fechas. Como la muerte de Juan de Zevallos acaecerá en 1805, pone a los albaceas en la necesidad de organizar una Capellanía Lega, según testamento.
Es probable que la Estancia de San Antonio haya soportado las fuertes contribuciones de guerra, que el gobierno patrio impuso para asegurar la manutención del Ejército del Norte. Por eso, en 1822, la viuda Mariana de Quinteros, como no podía atender la subsistencia de la Capellanía Lega, hizo entrega al rector del Seminario de Loreto de los bienes mermados de dicha capellanía.
Luego se produjo un pleito por algunas deudas existentes y liquidadas convenientemente por el rector del Seminario de Loreto, José Alejo de Alberro. Posteriormente, aunque se le redujeron las cargas impositivas, la capellanía apenas subsistía. La capilla estaba en ruinas y hasta se habían llevado los vasos sagrados, cuadros y el Cristo a la Capilla de Olaen para salvarlos del deterioro.
En 1841, la estancia de San Antonio fue adquirida por el belga Luis Roelandz, con todo lo plantado y edificado en ella, incluyendo la obligación de pagar un principal de $ 1000 más intereses del 5 % anuales al Monasterio de Santa Catalina, y unas misas a favor de Juan de Zevallos.
Como es de suponerse, Roelandz no pudo cumplir con esos compromisos, y nuevamente la capilla vuelve a verse envuelta en pleitos y querellas. Por fin, frente a la desaparición de sus dueños, el monasterio no tiene otro remedio que el de hacerse cargo de la capilla en julio de 1845, aunque por poco tiempo.
En 1848, el monasterio vende a José Alcain la estancia de San Antonio, en el Curato de la Punilla. El nuevo dueño lleva un nuevo impulso a la zona, porque restaura la capilla y casa habitación a su vera, y se preocupa de asegurar el cumplimiento de las tradicionales funciones para la festividad del santo patrono. La estancia y el valle, trabajados por los Alcain, comenzaron a progresar. La explotación de la piedra calcárea y de los bosques vecinos, así como de las vaquerías daban trabajo y substento a un centenar de personas.
La epidemia de cólera que llegó a Córdoba en 1867, aumenta la población del valle de la Punilla por el éxodo de los habitantes de la ciudad, comenzándose a vender tierras a pequeños propietarios. José Alcain fallece, y sus herederos venden y revenden sus derechos sobre la estancia.
En 1883, José María Juárez, apoderado de su padre Blas Juárez, vende a Juan B. Pérez y a Agustín Ayala, sus derechos a la mitad de la estancia de San Antonio. La otra mitad es propiedad de Agustín Gordon Alcain, quien completará su posesión adquiriendo los terrenos a quienes los ocupaban sin títulos suficientes en 1891.
Como los trabajos de la línea férrea que uniría Córdoba con Cruz del Eje estaban adelantados, de la estancia de San Antonio sale gran parte de la leña que han de consumir las primeras locomotoras. La Estancia de San Antonio se convierte en el Km 73. La sociedad Pérez-Ayala se separa, quedándose Juan B. Pérez con las tierras de la estancia, continuando con la explotación de la piedra calcárea y el mármol, junto al furioso desmonte de bosques que se venía produciendo; además, este realizó una refacción de la capilla.
Apremiado por las deudas, Pérez comienza a vender las tierras. La primera venta en 1920, al R.P. Juan B. Gherra, de la Obra de Don Bosco, 73 áreas 21 centiareas. En 1921, vende a Antonio Marcuzzi dos fracciones, una de 15.000 y otra de 3.375 metros cuadrados. Al año siguiente, vende a la razón social Marcuzzi y Figueroa, dos lotes, uno de 20.000 y 8.500 metros cuadrados; y otra a Antonio Marcuzzi, 50.000 metros cuadrados.
Se enajenaron en sucesivas ventas 120.085 metros cuadrados, hasta 1923, cuando Juan B. Pérez hipoteca al Banco de Córdoba su estancia de San Antonio, un total de 739 has, sin deducir lo que ya vendido en esos años. La hipoteca no fue cubierta, y el Banco de Córdoba cede su crédito hipotecario al Banco Alemán Transatlántico, quien a su vencimiento trabó embargo, procediendo al remate de los bienes inmuebles. No habiendo postores, se efectúa la venta a la firma Marcuzzi y Figueroa.
La capilla de San Antonio fue objeto de diversas hipotecas, antes de convertirse en bien público. El 23 de noviembre de 1946, llegó a Valle Hermoso el R.P. Marcos Leclef, de la Orden de San Benito, sacerdote belga, que reabrió la capilla de San Antonio, luego de que sus propietarios de entonces, Eusebio A. Castillo y Cecilia Ayala de Castillo le entregaran las llaves y exigieran la recepción de los muebles bajo inventario, restableciendo el culto de manera permanente.
Recién en 1951, luego de denodada lucha, la vieja capilla pasará a manos de la Curia Eclesiástica de Córdoba. La restauración subsiguiente encontró en el R.P. Leclef su más decidido impulsor. Hubo numerosas donaciones desde Buenos Aires, Rosario, La Plata; lo recolectado entre la colonia belga-argentina; el Bono Ladrillos de valor mínimo; y donantes particulares como:
José Ferrarini; la familia Steverlynck, de Luján, Buenos Aires; las familias de De Ridder, Pedro Figueroa, Albert Tritsmans, Gilbert Crespín, D. J. Ch. Pagliano, todos de Capital Federal; la de Bruno Eichhorn y Walter Eichhorn, de La Falda, y muchos más.
Posterior urbanización
Luego de sucesivos traspaso de manos, la tierra quedó totalmente en poder de Antonio Marcuzzi, quien en 1921 denominó el lugar con el nombre actual (Valle Hermoso), dando un impulso progresista a la villa serrana.
Entre 1929 y 1930 Pedro Figueroa creó el Barrio San Antonio, que fue delineado por el ingeniero Benito Carrasco. Fue destinado a centro comercial y el estilo arquitectónico del mismo es galaico romano, como en el noroeste de España, lugar de origen del fundador Zevallos.
En los años '30, el empresario italiano José Ferrarini compró a Antonio Marcuzzi más de 500.000 metros cuadrados de terrenos, los que luego loteó divididos en dos barrios, Villa Santa Teresa y Las Vaquerías, a la par que habiendo comprado el antiguo Hotel Monte Olivo, lo hizo refaccionar y acondicionar para transformarlo en el moderno Castillo Monte Olivo, luego Castillo Hotel. La urbanización contó desde el principio, por voluntad de Ferrarini, con una red de cañerías cloacales, teléfono, luz eléctrica y un sistema de agua corriente traída desde unos 7 a 8 (siete a ocho) kilómetros de distancia, provista por un sistema de entubamiento de aguas de vertiente almacenadas en diques ubicados entre Huerta Grande y Thea (Villa Giardino).
Posterior urbanización
Luego de sucesivos traspaso de manos, la tierra quedó totalmente en poder de Antonio Marcuzzi, quien en 1921 denominó el lugar con el nombre actual (Valle Hermoso), dando un impulso progresista a la villa serrana.
Entre 1929 y 1930 Pedro Figueroa creó el Barrio San Antonio, que fue delineado por el ingeniero Benito Carrasco. Fue destinado a centro comercial y el estilo arquitectónico del mismo es galaico romano, como en el noroeste de España, lugar de origen del fundador Zevallos.
En los años '30, el empresario italiano José Ferrarini compró a Antonio Marcuzzi más de 500.000 metros cuadrados de terrenos, los que luego loteó divididos en dos barrios, Villa Santa Teresa y Las Vaquerías, a la par que habiendo comprado el antiguo Hotel Monte Olivo, lo hizo refaccionar y acondicionar para transformarlo en el moderno Castillo Monte Olivo, luego Castillo Hotel. La urbanización contó desde el principio, por voluntad de Ferrarini, con una red de cañerías cloacales, teléfono, luz eléctrica y un sistema de agua corriente traída desde unos 7 a 8 (siete a ocho) kilómetros de distancia, provista por un sistema de entubamiento de aguas de vertiente almacenadas en diques ubicados entre Huerta Grande y Thea (Villa Giardino).
Lugares de interés en la ciudad
El Museo Municipal Capitán Juan de Zevallos, fundado en 1982, se encuentra instalado lo que fue la estacíon del de Ferrocarril. Posee seis salas en las que se exhiben objetos relacionados con la Paleontología, Mineralogía, Arqueología Numismática y Filatelia y antigüedades diversas. Además una de las salas está dedicada a biblioteca, pinturas y a la historia de Valle Hermoso.
En el cruce de las calles Fleming y Eva Perón puede verse un crucero galaico erigido en honor de Juan Antonio Zevallos.
Al final de la calle Centenera exite un hotel construido sobre un enorme Peñón.
En Calderón de la Barca existe un Cine abandonado en 1960 que funcionó desde 1930 para promocionar los terrenos del Barrio San Antonio.
El río San Francisco o Grande de Punilla corre por el barrio San Francisco, y a pocos cientos de metros al oeste de la terminal existe un pequeño dique denominado "La isla", donde además hay un balneario.
El Hotel "El Castillo" es una construcción de principios del siglo XX, con ampliación en 1930/40 por el empresario José Ferrarini, y remozada hacia el 2000. Fue el casco de la estancia "Las Playas", y posee un estilo florentino. Se encuentra a 1 km de Ruta 38, sobre el lado norte de la calle Santa Teresa.
Por la misma calle del castillo se llega a la Gruta de Santa Teresa, erigida por José Ferrarini en honor a su esposa fallecida, Teresa Morini de Ferrarini, subiendo hasta la mitad de un cerro por un sendero señalizado al final de la calle que conecta con la Residencia Serrana del I.O.S.E. (Obra Social del Ejército).
Capilla Cristo del río, está situada en la calle Juan XXIII y contiene un crucifijo formado por el tronco de un sauce y guardado por los pobladores luego de una creciente del río San Francisco.
El Peñón del Indio Enamorado se encuentra en un Parque Turístico Natural, posee instalaciones de camping y balneario con todos los servicios.
Lugares de interés en los alrededores
Reserva Lampatu Mayu, en Vaquerías: en el arroyo Vaquerías, situado al sudeste de la ciudad y a unos 2 km de la ruta 38, existe esta reserva en la que se encuentra la Cascada de los Helechos, de 15 m de alto y la Cascada del Ángel. También un dique pequeño del siglo XVIII. La reserva pertenece a la Universidad Nacional de Córdoba. Hay molles, cocos, espinillos, manzanos de campo y numerosas especies de arbustos y hierbas.
Pampa y Cascada de Olaen: la cascada de Olaen es una quebrada en que la erosión del río Olaen formó una serie de cascadas y ollas. En La Pampa de Olaen se encuentra además una capilla del siglo XVII.
Balneario Yacoana: sobre el río San Francisco, en Villa Yacoana por Avenida Santa Fe.